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La Degradación de Luana
Capítulo 1. El Inicio
Bueno, voy a ver como relato mi historia, mi increíble historia, al menos como la comienzo, pues todo inicio es la parte más complicada, así que vayamos por partes.
La principal protagonista de esta historia, aparte de una servidora, claro está, es Tonya. Tonya es mi jefa y mucho más, a lo largo de los últimos años trabajando juntas hemos llegado a ser amigas y confidentes, de ahí que haya historia que relatar.
Ella es la Vicepresidenta ejecutiva de Industrias Sorensen y yo he sido su asesora económica durante los últimos 5 años.
Todo empezó un viernes por la tarde en que, como hacíamos regularmente, tras el trabajo, salimos a cenar, a tomar unas copas, a charlar, en fin, a relajarnos tras la semana de trabajo. Como ya he dicho, y a pesar de la diferencia de edad, ella tiene 42 y yo 26, empatizamos a la perfección desde el principio, ambas somos solteras.
Además de la edad podrían encontrarse algunos otros hándicaps, como la cultura, ella es americana y yo española; el hecho de ser ella negra y yo blanca, nunca he tenido problemas raciales, ni ella tampoco y esto, lejos de separarnos, nos ha unido más a lo largo del tiempo; ella es, como me confesó mucho tiempo atrás, lesbiana y yo soy total y completamente heterosexual, aunque nunca ha inferido lo más mínimo en nuestras relaciones de trabajo ni en nuestra amistad y sí, acaso, ha hecho unirnos más por nuestros respectivos espíritus de rebeldía contra los estúpidos clichés sociales.
Ella, durante estos años, ha tenido novias, yo he tenido novios y hemos salido ambas parejas de forma tranquila y amigable, lo hemos pasado bien, hemos asistido, a lo largo de estos años, a uniones y rupturas, apoyándonos mutuamente y esto ha ido forjando una muy sólida amistad.
Pero esa tarde/noche del viernes iba a dar una vuelta a nuestras vidas, si a mejor o a peor el tiempo lo dirá.
Estábamos saboreando sendas copas de vino, en uno de los más elegantes y selectos lugares de la ciudad, cuando quedamos sorprendidas por la entrada de una pareja, hasta ahí ni le debimos haber dado la más mínima importancia, pero el caso es que él iba impecablemente vestido de Armani y ella.... bueno, ella iba vestida más bien como una prostituta, aunque se comportaba con cierta naturalidad y saber estar. Saltaba a la vista que ese no era su papel, ni esas sus ropas y así lo comentamos, bueno lo comenté yo.
- Siempre me ha intrigado el tema de la humillación como factor sexual Tonya- Tonya me miró por encima de sus gafas con sorpresa.
- ¿A ti?
- Sí, a mí. No sé de qué te sorprendes, mírales, ella parece incluso disfrutar su humillación, se la ve avergonzada hasta el límite, pero extrañamente feliz, diría que hasta sexualmente excitada.
- Si apostase contra eso perdería con total seguridad, Luana.-
- Es un sentimiento tan extraño...
- Cómo el que tenías la primera vez que te invité a tomar una copa después del trabajo?
- ¡Vaya!
- Lo noté, lo noté.
- Nunca me habías dicho nada.
- ¿Para qué? reaccionaste muy bien, a pesar de los comentarios malintencionados y hoy míranos, cualquiera lo diría, la "pantera negra" y la "gacela blanca" son sólo buenas amigas.
Reí con franqueza ante aquella descripción, realmente nadie creía que no hubiéramos tenido el más mínimo "affair" en todo este tiempo y no nos importaba.
- ¿Pero saldrías conmigo si yo vistiera como esa mujer? -reí, siguiendo la broma.
- No se trata de eso Luana, estás equivocada.... - ahora quien miró sorprendida fui yo- .... la humillación, la verdadera humillación no ES que tú te humilles a ti misma, eso no tiene gracia, ni te produciría la más mínima reacción.
- ¿Entonces?
- Es ir más allá de tu "límite de humillación".
- No lo entiendo.
- El verdadero placer estriba en ir mucho más allá del mero placer físico que te puede producir el sentirte "humillantemente" transgresora, déjame explicártelo, no digas nada. Si vistes como esa mujer porque más o menos te gusta, seguramente sentirás que tus interioridades se humedecen de placer; bien, eso no es nada comparado con que te obliguen a hacer no ya eso, sino mucho más, multiplica entonces la intensidad por 1.000 y sobre todo cuando todo hubiera pasado...
La charla continuó, entre copa y copa, por estos derroteros el resto de la noche, a una hora que ya empezaba a ser intempestiva Tonya cortó y aconsejó recogernos a nuestras respectivas casas, mi curiosidad no había hecho sino acrecentarse.
El sábado y el domingo los pasé en casa saliendo únicamente muy de mañana para correr durante una hora, luego nada, limpiar, limpiar y limpiar, todo lo que no hacía durante la semana, sin embargo pensé bastante en la conversación con Tonya.
A la hora del almuerzo, el lunes, volví a sacar la conversación y fui al grano.
-¿Te veo muy interesada?
- Lo estoy de veras, siempre he querido explorar este lado de mi sexualidad.
- Pero no creo que conmigo sea lo más adecuado.
- ¿Porqué? - Tonya me sonrió pícaramente quitándose las gafas.
- Primero - jovencita- porqué somos amigas y podría afectar negativamente a nuestra amistad, la cual valoro enormemente y no me gustaría que por nada del mundo se viera afectada.
- Yo también la valoro y, por eso mismo, te lo estoy pidiendo.
- Segundo, porque soy una "pantera" y podría estar tentada de "devorar" una tierna "gacelita".
Este segundo argumento me retrajo en cierta medida, nunca antes había tenido interés en probar, afortunadamente Tonya siguió hablando.
- Si, de todas formas, quieres probar.... ¿te has fijado alguna vez en Lori?
- ¿La secretaria de Thelma? Si, claro.
- Mañana te quiero vestida tal y como ella va.
- Pero ......
- Primer pero, si no te veo así no pasará nada.
Terminamos la comida tranquilamente y volvimos a la oficina, hasta la hora de salir me fijé más que nunca en Lori, vestía realmente corta, una minifalda de infarto y unos tacones de vértigo, aunque, por lo demás, su blusa y chaqueta daban al conjunto un toque elegante.
De camino a casa y en casa, le di varias vueltas y mientras elegía una de mis conservadoras faldas para acortarla casi hasta la mitad. La corté y la cosí mientras seguía pensando sobre el tema. al probármela frente al espejo del vestidor, me sorprendió, nunca había enseñado tanto las piernas, bueno, nunca, nunca.... sólo cuando corría con el pantalón corto las enseñaba incluso algo más, pero ese era otro tema.
Aquello me puso bastante caliente y me tuve que masturbar dos veces a lo largo de la noche. Por la mañana, tras el jogging, la ducha y el desayuno me vestí, conjunto de braga y suje de blonda blanca, la "falda", blusa y chaqueta y un par de zapatos de tacón que sólo había usado en un par de ocasiones en fiestas de la empresa.
Me di una última mirada al espejo, con aquellos tacones mis piernas serían incluso más notables por cualquiera, me sentía casi desnuda, cogí el bolso y las llaves y salí.
Capítulo 2. Empieza el Juego
Al sentarme en el coche, la primera sorpresa, la falda pareció cobrar vida propia y se subió dejando a la vista parte de mis bragas, la bajé cuanto pude y salí disparada para la oficina pensando en que iba a ser un largo día.
Como cada día, nadie pareció reparar en mi, afortunadamente, subí en el ascensor hasta el piso 22 y saludé a Joanna, la secretaria de mi jefa, fue la primera que me dijo algo sobre mi aspecto.
- Chica y ese cambio de look tan atrevido? - Me sonrojé un poco pero acerté a contestar.
- Ya ves, una que ya va para mayor y tiene que hacer que se fijen. ¿Ha llegado ya Tonya?
- Si Luana, acaba de llegar, la acabo de servir un café y te espera, ¿quieres tú otro?
- Si, por favor - Llamé y pasé directamente, cerrando tras de mí.
- ¡Wowwwwwwwwww! gacelita, has sido capaz! - sonreí toda sonrojada, cuando Tonya se levantó a dar una vuelta alrededor de mí. - a la hora de la comida tendrás alguna sorpresa, ahora hay trabajo.
Tan inmersa estuve en el trabajo, a lo largo de la mañana, que apenas tuve tiempo de volver sobre mi atrevido look hasta que en el restaurante Tonya volvió a recordármelo.
- ¿Y crees que esto es todo? ¿Ayer te masturbaste pensando en tu aspecto, verdad?
- Pues si chica, 2 veces, y no veas ......
- Vamos a ir más allá en tu humillación.... ve al servicio y quítate los leotardos, las bragas, la blusa y el sujetador, lo tiras todo a la papelera y vuelves caminando, pero como lo hacen las modelos, pasos cortos y un pie delante del otro.
- Pero .......
- 2º pero, no argumentes, no deberías poder hacerlo si fueras una esclava, sólo haz lo que te he dicho aunque si sales del servicio sin haberlo hecho también lo entenderé.- Tonya me palmeó la mano - venga gacelita levántate y ve al servicio.
Dudé un poco más pero, finalmente, me levanté y caminé hasta el servicio, entré en uno de los habitáculos y cerré la puerta, me bajé los pantis y las bragas y me senté para quitarme los zapatos, a continuación, temblando, me quité los pantis y las bragas, me puse de nuevo los zapatos y me incorporé, dejando sobre la tapa las prendas.
A continuación, me quité la chaqueta. Realmente estaba temblando y mis dedos paneas me obedecían cuando desabotoné la blusa, estaba tan nerviosa que no atiné a desabrochar uno de los botones de la manga y lo salté al quitármela. Tras la blusa, que dejé con las otras prendas, fue el sujetador. Mis pezones estaban durísimos por el nerviosismo y el miedo..... ¿y por el placer? los masajeé y busqué mi clítoris, pero entonces caí en la cuenta que Tonya me estaba esperando, me volví a poner la chaqueta y la abroché.
Hice con toda la ropa que me había quitado un barullo y salí del habitáculo. En la papelera quedaron como me había dicho Tonya mis prendas. Me miré al espejo, estaba colorada y sofocada. La chaqueta, para mi tranquilidad, sólo mostraba el nacimiento de mi escote y nada más.
Temblaba de la cabeza a los pies... intenté recuperar la compostura y salí, di un par de pasos pero recordé... un pie delante del otro... me sentí enrojecer de nuevo. Mirando al suelo de la humillación que sentía llegué de nuevo hasta la mesa de Tonya y me senté.
No me había quitado ojo y sonreía abierta y francamente, su perfecta dentadura destacando contra su piel morena.
- ¿Cómo ha ido gacelita? ¿excitada? - Apenas audible contesté.
- Sino hubieras estado aquí esperando....
- ¿... te hubieras masturbado como una salvaje? Bien.... muy bien, vas sintiendo el placer más allá del placer. el secreto de la humillación no es hacer lo que tu quieras sino lo que te digan que hagas para tu humillación y placer de tu humillador, en este caso yo y no para tu placer ¿lo entiendes?
- Voy entendiendo.
- Volvamos al trabajo o se empezarán a preguntar dónde nos hemos metido.
- ¿¡Así!? ¡No puedo ir así a la oficina!
- 3er pero.... esto tiene que cambiar.
Tonya se puso en pie y echó a andar hacia la salida, no queriendo quedar allí sola me puse en pie y la seguí.
- Ves como no es tan difícil tonta, tu limítate a hacer lo que te digo sin pensar.
- Lo intento, pero es superior a mi.
De nuevo inmersa en el trabajo me olvidé por completo de mi supersexy aspecto, hasta que al despedirnos, tras la jornada, Tonya me advirtió.
- Mañana te quiero así, no se te ocurra hacer ni un sólo cambio en el atuendo.
- Pero Tonya..., por favor.
- 4º pero, ¿¡ya no recuerdas lo que te dije!? haz lo que te mando sin pensártelo. Ah, y una cosa más que ya se me olvidaba.
- ¿Si?
- No se te ocurra masturbarte. - Me sonrojé de nuevo hasta las cejas.
- P.... - la mirada de Tonya me contuvo.
Regresé a casa y me quité, por fin, los zapatos.... tenía los pies molidos, no estaba acostumbrada a unos tacones tan altos, me los masajeé durante un rato, luego me quité la chaqueta y mis pechos se balancearon obscenamente, me fui a tocar los pezones pero mi mano se paró en seco, no debía, aunque Tonya no me viera, al fin y al cabo ella estaba haciendo esto porque yo se lo había pedido. Me quité la falda y me metí en la ducha, necesitaba agua fría, muy fría y en mucha cantidad para calmarme.
Esa noche tardé en dormirme, pensaba en los sucesos del día y en los que vendrían y cada vez más necesitaba masturbarme. Por la mañana, salí a correr, me impuse un ritmo más fuerte a ver si así me calmaba algo, pero fue inútil, al igual que la ducha, me vestí, si a eso se le podía llamar vestir y marché a la oficina, al llegar Joanna me dijo que Tonya estaba reunida con los de Macrotech y que me esperaba con impaciencia.
¡No podía entrar a la reunión tal y como iba! pero Joanna no me dio ni tiempo a pensar y casi me empujó mientras me abría la puerta.
- Buenos días Luana - me saludó sonriente Tonya - estábamos esperándote para comenzar la reunión.-
Saludé y me senté a la derecha de Tonya esperando que no se me notara mucho el sonrojo. La reunión fue normal para un caso de entrada en el accionariado y nos llevó casi toda la mañana, el almuerzo, en la propia sala y parte de la tarde.
Debo decir que el llevar los pechos libres hace que se muevan libremente con cada movimiento, haciendo que los pezones rocen contra la tela y causando una continúa excitación. Debí aprender sobe la marcha a controlar mis movimientos, a hacerlos más suaves y precisos.
Finalmente quedamos a solas...
- ¿Qué tal llevas la constante humillación?
- Anoche fue terrible, sencillamente un infierno.
- ¿Porqué? ¿te masturbaste?
- Nooooooooo, te lo prometo, ni me toqué.
- ¿Estabas excitada?
- Como nunca - Tonya mostró sus dientes en una de sus abiertas sonrisas.
- Me gusta como suena, quítate la chaqueta y la falda y déjalas encima de la mesa.
- ¡Quéeeeeeeeeeeeee......!
- Deja ya de discutir todo lo que te mando o conseguirás enfadarme, es muy fácil sólo tienes que hacerlo o despedirte hasta mañana.... ¿Y bien?
Desabroché, en un verdadero estado de nervios y enrojecida, el botón de la chaqueta, la dejé resbalar por mis brazos y doblada la puse sobre la mesa de reuniones; a continuación, abrí el corchete de la falda y bajé la corta cremallera, dejándola caer sobre mi pierna doblada, la recogí y la dejé también doblada junto a la chaqueta.
- Bien.... muy bien, veo que has seguido mis instrucciones, nada de ropa interior.
- Para averiguar eso podías haberme preguntado. - Tonya volvió a sonreír esta vez con malicia.
- ¿Qué sientes al estar desnuda frente a mi? Soy tu JEFA, soy NEGRA, soy LESBIANA, estás en el TRABAJO...
Temblaba de nuevo de la cabeza a los pies y creó que nunca había llegado a estar más colorada ni avergonzada.
- Bien.... vamos, quiero mostrarte algo. - Fui a coger mi ropa pero Tonya me detuvo - ¿Te he dicho acaso que podías cogerla?
- Pero......
Tonya abrió la puerta de la sala de reuniones de par en par.
- ¿Quieres venir de una vez Luana y dejar de hacerte de rogar?
Temblando me acerqué hasta la puerta y miré nerviosa a todos los lados, Joanna ya se había marchado y Tonya ya estaba al final del pasillo de la derecha.
- Vamos, ven hasta aquí, no tenemos toda la tarde. - Eché a correr pero cuando estaba a punto de llegar Tonya me paró. - Muy mal, ¿cómo te dije que debes caminar? bien, así debes caminar siempre, siempre, ahora vuelve al despacho y vuelve hasta aquí como es debido.
- ¡Tonya, por favor...!
- ¡Luana! ¡en serio! ¿Te das cuenta de que esto debe cambiar, no puedes estar a cada momento objetando? si quieres hacerlo lo haces, es tu juego, mis juegos son otros, si no quieres, no perdamos más el tiempo, vuelves, te vistes y nos tomamos abajo una copa antes de marcharnos a casa.
Volví por el pasillo hasta el punto de partida, estuve tentada de entrar en el despacho y vestirme, pero, en vez de eso, inicié el sensual caminar de regreso por el pasillo.
- Eso es gacelita, bravo, espalda recta, cabeza alta, frente elevada, mirada baja, cimbrea las caderas - seguí sus instrucciones al pie de la letra - un paso después de otro, con clase, así... hay que cambiar esos zapatos por otros más altos....
Llegué hasta donde estaba Tonya, me gustó su sonrisa, reforzaba mi sensación de triunfo, aunque seguía temblando y ese temblor me hacía estar tremendamente excitada.
- Vamos abajo, por las escaleras, hasta la planta 18, despacio, con clase, como si fueras una diva, quiero ver menear ese lindo trasero.
No podía más, a cada momento creía que me iba a dar un infarto, pero contra más me alejaba de mi ropa peor tenía la vuelta. al llegar al piso 18 andamos otros dos pasillos y, por fin, entramos en un despacho, Tonya parecía conocerlo bien porque fue directamente a uno de los cajones de la mesa para sacar ¡un enorme consolador! transparente. Me lo mostró interrogativa. en ese momento fui consciente de mi necesidad de sexo. Lo necesitaba y lo necesitaba horrores.
- Si lo quieres túmbate, de espaldas sobre el suelo, con las piernas flexionadas como una mariposa.
Dudé, pero sólo un momento, mi necesidad era muy imperiosa y ¡qué diantres! si había llegado tan lejos.... me tumbé y flexioné las rodillas hasta que los talones tocaron mis glúteos, luego abrí las rodillas hacia ambos lados.
Tonya se acercó, fui consciente de su falda corta, no tanto como la mía y de sus zapatos de tacón, de su perfume, se agachó a mi lado y me susurró casi al oído.
- Ten, te lo has ganado, puedes disfrutarlo si quieres.
- ¿No puedes dejarme un rato a solas, por favor Tonya?
- Nooooooooooooooo, mi gacelita, también tengo derecho a ver algo agradable. Si quieres usarlo, delante de mi y haz que me guste la función porque te aseguro que no me perderé detalle, sino, ya sabes, nos vamos para casa que ya es tardísimo y en seguida vendrán los de la limpieza.
Aquello me hizo más consciente de mi situación, puso el consolador en mis manos y se sentó en un sofá frente a mi, si hubiéramos estirado nuestras piernas casi nos habríamos tocado.
Lo lubriqué con un poco de saliva, luego lo encendí y lo pasé suavemente sobre mis pezones, maravilloso, no había parado de notarlos durante todo el día rozando libres contra la tela de la chaqueta. Luego lo llevé al interior de mis muslos, al borde expuesto, por la apertura, de mis labios vaginales, inmediatamente me contraje y gemí, durante un rato estuve jugando por el exterior de los labios, levanté mi cabeza para mirar a Tonya, me miraba como si asistiera a una representación teatral, pensé en que bien podría desnudarse y venir a ayudarme..... pero lo quité de mi cabeza, no era lesbiana.
De cuando en cuando buscaba mi clítoris, jugueteando con él, tanto con el consolador como con mis dedos, mientras con la otra mano masajeaba mis pechos, mis pezones. Después, lentamente, empecé a introducirlo, haciéndolo vibrar al máximo, miré de nuevo a Tonya y sonrió lanzándome un beso, era humillante pensar que estaba allí mirándome y disfrutando, pero, al mismo tiempo, y por alguna extraña razón espoleaba mi placer. Lo saqué y volví a empezar.
Notaba cada vez con más fuerza el intenso placer, que iba creciendo a cada nuevo paso. Al cabo de una media hora el placer embargaba todo mi cuerpo y estaba lista para ir a buscar el ansiado orgasmo, estaba cubierta en sudor, jadeaba, ..... introduje el ya muy lubricado consolador completamente en mi sexo y lo dejé allí unos momentos, luego inicié el movimiento más rápido de mete y saca, mis jadeos se hicieron rápidos y entrecortados, casi me convulsionaba. En ese momento noté nuevamente la cercanía de Tonya ¿Acaso iba a .....no yo no era lesbiana?
- Bien Luana, es suficiente, ¡dámelo!
- Por favor Tonya, sólo un momento más, por favor.
- Te estoy diciendo que lo apagues y me lo des en este preciso momento.
- Por favor.....- se me saltaron las lágrimas.
Tonya dio media vuelta y se encaminó hacia la puerta. Lo apagué y me lo saqué. Me intenté poner de pie, pero las fuerzas me fallaban. Me puse de rodillas y luego, lentamente, me incorporé. Tonya miraba complacida, con sonrisa afable, se lo tendí con una mezcla extraña de rabia, impotencia, humillación.... no sé, estaba sudando y chorreando jugos, besó el consolador y lo guardó envuelto en un pañuelo en su bolso, luego, sin decir nada abrió la puerta y me señaló afuera, la seguí en silencio, caminando como ella me había enseñado. LLegamos hasta un ascensor, era de los de los ejecutivos y directamente bajamos al garaje.
- Te daría un beso como es debido mi gacelita, pero..... no entra dentro del trato, así que.... te veré mañana - me dio las llaves y sonrió abiertamente - y no se te ocurra bajarte del coche hasta llegar a casa, ah, y por cierto, tendrás que prepararte otra falda, acórtala un par de dedos más, la sigo viendo muy recatada, ya le diré a Joanna que recoja tus ropas y te las dé cuando llegues.
La miré sorprendida, acababa de darme cuenta que mis ropas habían quedado en la Sala de Juntas de la empresa...., a la vista.
- ¿Algún inconveniente?
- Joer.... sabes que no puedo evitar argumentar, protestar, discutir.... mi lado sumiso no es tan fuerte, pero hasta ahora he hecho todo cuanto has dicho.
- Bueno, bueno..... a regañadientes y poniendo peros a cada momento, habría que potenciar ese lado sumiso que dudo que tengas - Palmeó mi mano con afecto y me abrió la puerta del coche - ahora márchate ya y ten mucho cuidado que vas totalmente desnuda y como se te ocurra masturbarte te mato.
- Buenas noches Tonya y gracias, ha sido increíble.
Afortunadamente llegué a casa sin contratiempos, allí fui directamente a la ducha, fría, helada, por espacio de 15 minutos, al salir preparé al falda para el día siguiente, aún más corta que la primera y antes de acostarme me di otra ducha, esa noche me tuve que dar una 3ª y una 4ª entre duermevela y duermevela.
La mañana fue igual que la anterior, un duro entreno y vuelta a la ducha, no me apetecía desayunar así que sólo tomé un zumo, me vestí, me miré en el espejo y bueno.... sexy, muy sexy, me estaba empezando a gustar esa imagen, luego salí hacia la oficina.
Joanna me saludó y sin darla tiempo ataqué con mi discursito preparado.
- Anoche al cambiarme me olvidé la ropa en la sala ¿la viste?
- Si claro Luana, la empaqué y la puse en tu despacho.
- Gracias Joan, eres un cielo, ¿ha llegado ya la jefa? - Afirmó con la cabeza.
- Te espera.
Abrí y pasé, Tonya tomaba su café mirando a través del amplio ventanal, me miró al notar mi presencia y rápidamente recordé cómo debía caminar, mientras me acercaba me sonrió.
- Desabróchate la chaqueta.
No había hecho más que llegar y ya empezábamos con las sorpresitas... sin embargo, no sé porqué, no me pareció tan descabellado, obedecí con una sonrisa y mi mirada, por supuesto, baja.
- Así está mejor, ven acércate. Ya te dije ayer que esos zapatos me parecían poco apropiados así que me permitido el comprarte 2 nuevos pares, pruébatelos a ver si he acertado con la talla.
Las dos cajas estaban sobre la mesa, también vi otras bolsas, pero no las presté interés, fui a sentarme en uno de los dos sillones del frente del despacho pero Tonya me detuvo.
- No, no necesitas sentarte.
Abrí la primera de las cajas, era un par de brillantísimo charol negro, con puntera en pico y con dos abrazaderas también de charol para el tobillo, me los puse haciendo equilibrios, apenas podía mantenerme en pie con esos tacones de vértigo.
- Camina, camina, acostúmbrate a ellos. - Di varias vueltas alrededor de la habitación, eran bonitos y contrastaban con mi tez blanca. - Pruébate el otro par.
El otro par era de charol rojo, todo cerrado y también con dos abrazaderas para ajustar al tobillo; estos ajustaban mejor y al ir el pie completamente cerrado me permitía guardar mejor el equilibrio. Di otro par de vueltas por el despacho ante la satisfacción de Tonya.
- Bien, déjate esos , ahora vamos con la ropa.... también me he permitido ampliar tu vestuario, dame la chaqueta y la falda, please.
Dudé, pero apenas, empezaba a estar muy, muy caliente de nuevo, y de nuevo quedé completamente desnuda en presencia de mi jefa, le tendí las dos prendas y conforme las cogió las hechó de una en una en la trituradora de documentos.
- No me mires así, es simplemente para que no haya marcha atrás, para que te pongas lo que te he comprado sin rechistar, como haces habitualmente.
- Sabes que lo siento Tonya, no me gustaría hacerlo, pero..... no puedo evitar que mi mente se rebele ante cosas que me van superando a cada momento.
- Ya te dije ayer que a partir de ahora habría que prestar "especial" cuidado a tu lado sumiso.
Sacó de una de las bolsas un vestido a juego con los zapatos, rojo oscuro, de seda y me lo tendió, tenía un tacto francamente fantástico, me lo puse, era de tirantes amplios, ligeramente escotado en V y al cuello por la espalda y muyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy corto, al menos 4 dedos más corto que mi falda y aunque de mi talla... bien, como si faltara 1/2 talla para ser perfecto, me apretaba un pelín haciendo más marcadas mis formas.
- Mmmmmmmm, fantástica, te comería a besos ahora mismo.
- ¿Tienes un espejo?
- No, no necesitas mirarte, estás realmente estupenda créeme, te lo quedas. En estas bolsas hay otros 3 vestidos similares, así cambiarás un poco, que van a pensar que no pago bien a mis asesoras - Vi que Tonya se quedaba con otra bolsa - Estaba empezando a estar harta de la falda y la chaqueta. Ahora de vuelta al trabajo que hay muchas coss que hacer, llévate todo a tu despacho y luego no se olvide llevártelo a casa.
- Tonya.... puedo.....
- ¡No! No digas nada, luego a la comida me dices lo que quieras.
Afortunadamente mi despacho y el de Tonya estaban comunicados por una puerta medianera, así evité dejar anonadada a Joanna, cogí los paquetes y los trasladé a mi despacho, cuando quedé a solas me fui directamente al servicio a mirarme al espejo, sin embargo, de nuevo, me contuve, Tonya me había dicho que no lo hiciera.
La mañana transcurrió sin incidentes y a eso de la hora del almuerzo Tonya vino a buscarme para salir a comer.
- ¿Nos vamos?
- ¿No vas a dejar siquiera que me ponga una chaqueta? Mis pechos se mueven obscenamente.
- De eso se trata, me gusta el efecto, el mismo que con la chaqueta pero más visible, así serás más consciente, venga vámonos.
Al entrar en el restaurante creí notar las miradas masculinas clavarse en mi, ilusión o no caminé "como estaba mandado" tras Tonya hasta la mesa.
- Te cuesta pero vas aprendiendo, lástima que no puedas ser mía ¿disfrutas de tu humillación?
- ¡Si no me dejas!
- ¿Cómo que no te dejo disfrutar?
- LLevo desde el lunes sin masturbarme y lo de ayer.... bueno.... me pasé casi toda la noche bajo la ducha.
- Sigues sin entender... lo que debes disfrutar no es el placer que te des tú cuando estés caliente, no es eso, disfruta esa falta de placer, ese obedecer, la exposición, la falta de control sobre ti... por cierto, hablando de palcer....
- ¿¡?
- Coge la cuchara de la sopa y métela donde ya sabes, venga no me mires con esa carita o te planto un beso aquí mismo, sé una buena chica, coge la cuchara y p'adentro.
Roja de nuevo como un tomate miré a todos los lados antes de coger la cuchara, luego la agarré y rápidamente la puse bajo el mantel, al notar el frío metal contra mi ardiente sexo gemí ligeramente.
- No des ningún espectáculo, sólo métela y pon de nuevo las manos donde yo pueda verlas. Sube el vestido para sentarte directamente sobre la silla.
La giré a uno y otro lado para abrirme paso y luego, lentamente, la fui introduciendo hasta dejar apenas nada al descubierto, después me senté directamente con mi culo sobre la silla y volví a poner las manos sobre la mesa.
- Buena chica.
Cuando el camarero vino a tomarnos nota, Tonya pidió para mi sólo una ensalada y agua. Al rato nuestros platos estuvieron servidos.
- Ahora quiero que tomes la ensalada con pinchadas cortas y con cada una, mientras te llevas el tenedor a la boca, quiero que gires una vuelta la cuchara ¿comprendes?
- Si Tonya.
Bien, la comida fue realmente un suplicio humillante y excitante, obviamente no me corrí, pero casi, de nuevo había sido dejada cruelmente insatisfecha, sin embargo, seguro que la silla tenía una buena mancha. Al término fui a sacar la cuchara pero Tonya me detuvo diciendo que la dejara donde estaba.
Volvimos a la oficina a continuar con el trabajo, yo cada vez más atada a mi nuevo rol humillada y sin la más mínima satisfacción sexual.
Al terminar la jornada nos fuimos juntas, como era habitual, a tomar el ascensor, una vez dentro Tonya me conminó a darla el vestido, dejé las bolsas en el suelo y me lo quité sin apenas dudar, tras dárselo, lo guardó en su bolso sacando el consolador.
- Tienes hasta el garaje... si consigues el orgasmo eso ganas, sino... no me eches a mi la culpa.
Lo cogí y fui a encenderlo, pero no tenía pilas... sin lubricarlo lo metí, nerviosa y frenéticamente en mi sexo, metiéndolo y sacándolo rápida y contundentemente, con frenesí, eran 22 plantas más las 4 del garaje y me apliqué con toda la velocidad de la que fui capaz, sin embargo.... nada, se abrieron las puertas y Tonya me ordenó parar, de nuevo, exhausta y sin haber obtenido el ansiado orgasmo le entregué de vuelta el juguetito rota y vencida.
Tonya sonrió y tras besar de nuevo el consolador lo guardó en un pañuelo y luego en su bolso.
- Vas aprendiendo... no hagas planes para mañana por la noche, te quiero para mi sola, tenemos mucho de que hablar.
- OK Tonya, como tu digas.
Me ayudó a meter las bolsas en el portaequipajes de coche y también mi vestido, luego me ayudó a subir.
- Conduce con cuidado gacelita y no seas mala. - La sonreí, realmente estaba empezando a entender el "juego" y ella comprendiendo me devolvió la sonrisa, besó su dedo índice y lo puso en mis labios - Te veo mañana.
(to be continue)