Previous Chapter Back to Content & Review of this story Next Chapter Display the whole story in new window (text only) Previous Story Back to List of Newest Stories Next Story Back to BDSM Library Home

Review This Story || Author: sman2000

Lauryn tras la pista

Part 7

Lauryn nunca hab�a enca�onado a nadie de ese modo. La mano le temblaba un poco mientras intentaba parecer amenazante. Lacroix daba indicios de estar asustado. Indicios que acompa�aba de calma y seguridad. Fue el primero en hablar.


-�Y ahora qu�?


La periodista se tom� unos instantes. No segu�a ning�n plan. Llevaba un buen rato improvisando sobre la marcha. El equipo de seguridad revisar�a las salidas una vez tras otra. El �nico sitio seguro era el despacho de Lacroix. Por desgracia tampoco pod�a quedarse all� toda la vida. Tarde o temprano alguien subir�a a informar.


-�Y bien?


Repiti� �l. Notaba el nerviosismo en la intrusa. �l se hab�a visto en demasiadas situaciones turbias. Algo le dec�a que ella tambi�n. No obstante, era evidente que deb�a estar m�s acostumbrada a correr de los tipos con pistolas, no a llevar una.


-En cuanto empieces a cansarte, puedes soltar el arma.




Lauryn maldijo. Ella ten�a la pistola pero era �l quien parec�a estar llevando la situaci�n a su propio terreno. No pod�a permitirlo. Reaccion� de forma poco elegante. Se acerc� m�s para golpear con la culata del arma. Un golpe directo contra la mejilla. Eso definitivamente baj� los humos de su interlocutor.


-Ahora vas a dejarme llamar a la polic�a.


-No puede ser. Este tel�fono es solo una l�nea interna.


Lauryn not� el miedo regresando a aquel hombre. Pens� que deb�a ser bueno. Las noticias eran otro cantar. Sin tel�fono estaba tan incomunicada c�mo antes. Se forz� a pensar r�pido.


-Entonces apaga esos aparatos que interfieren mi m�vil.


Lacroix recuper� algo de seguridad. De pronto se vio con una mano mejor que la de su oponente.


-Los controlan mis hombres. Si llamo para decirles que lo apaguen, no importar� el resto de la conversaci�n, vendr�n aqu�. Mi jefe de seguridad, el se�or Johnes, los llama� protocolos b�sicos. Nunca he entendido una mierda de toda esa jerga, pero deben resultar bastante �tiles, �no?


Lauryn apret� la empu�adura del arma. Sab�a cuan mal pintaba la situaci�n para ella. Contuvo los nervios. Si hab�a una salida solo pod�a dar con ella manteni�ndose calmada.




Rebecca asom� por la columna para mantener a raya a sus agresores. Solo dispar� dos veces. Las balas comenzaban a ser un lujo que no pod�a permitirse desperdiciar.


Los sicarios tampoco rebosaban felicidad. Desde luego eran conscientes de sus ventajas as� como eran conscientes de lo peligroso que pod�a resultar utilizarlas. Si se acercaban les iba a disparar. Si le dejaban tiempo para reaccionar, tambi�n disparar�a. Peor a�n, podr�a encontrar una forma de salir. Por peligroso que resultase, estaban obligados a atacar. Eran tipos duros. Mercenarios, excombatientes de los Balcanes. No iban a echarse atr�s. Los dos reci�n llegados se posicionaron al lado derecho mientras el equipo de tres que ya se encontraba all� previamente, hizo lo propio por el flanco izquierdo. Tras una se�al intentaron avanzar disparando. Primero el equipo de dos.




Rebecca intent� asomar nuevamente, para repeler a quienes avanzaban. Los otros tres comenzaron a disparar. Ya no pretend�an darle, solo mantenerla a cubierto. La detective esper�. Antes o despu�s necesitar�an recargar. Ese ser�a su momento.


El equipo de dos se detuvo antes de llegar. Cubri�ndose tan bien como pudieron, comenzaron a disparar. Como el otro equipo, no pretend�an acertar, solo impedirla asomar. Por otro lado, el equipo de tres comenz� a avanzar a toda prisa. Se detuvieron justo cuando sus compa�eros estaban a punto de recargar. En ese instante volvieron a cambiar los papeles.


Rebecca estaba bien formada como polic�a. No solo era una estupenda detective, de las mejores, sino tambi�n una gran tiradora. Hasta all� llegaba su preparaci�n. No la hab�an entrenado para enfrentarse a t�cticas militares. Se qued� cubierta en la columna, nerviosa. Tan solo reaccion� agazap�ndose. Respiraba agitadamente. Miraba a uno y otro lado sin saber qu� hacer. Sac� el arma por el lado que no recib�a los tiros. Dispar� ciegamente. Los tiros cambiaron de lado y ella escondi� la mano cuando un par casi se la vol�. Justo en ese instante apareci� el primer mat�n por la esquina. Se gir� hacia �l pero recibi� una patada en el costado. Mientras ca�a consigui� orientarse, mirando al agresor, y dispar� dos veces al pecho mat�ndolo en el acto. Era el equipo de dos. El segundo salt� sobre ella agarrando el arma. Era un hombre grande. Forcejearon en el suelo hasta que llegaron los otros tres. Uno pis� con fuerza las manos de Rebecca. Algunos dedos crujieron. El del gatillo lleg� a romperse, no sin antes disparar por �ltima vez, aunque el tiro se estrell� in�tilmente contra la pared m�s cercana.


Rebecca grit� de dolor, pero sigui� pataleando. Con unos cuantos puntapi�s y rodillazos derrib� al primer agresor. A�n desde el suelo, este agarr� la pierna derecha. Otro hizo lo mismo con la izquierda. Rebecca utiliz� ambos antebrazos para hacer palanca en la corva de quien le hab�a pisado, postr�ndolo de rodillas. El cuarto, el l�der, lanz� una patada contra los ri�ones. Dos. Tres. Luego pis� el est�mago con fuerza. La detective grit� de dolor con los primeros golpes, despu�s qued� aturdida cuando el pisot�n la oblig� a expulsar casi todo el aire. As� aprovecharon para agarrarla tambi�n por los brazos. El l�der habl�. A gritos. Enfadado.


-�Esta zorra ha matado a Konrad y Steve! - Hizo gestos con la cabeza. - �Vamos al calabozo!


Aunque ella recuperaba fuerzas y volv�a a sacudirse, no pudo hacer mucho mientras la cargaban entre los cuatro. Abrieron una puerta pegada a la pared que llevaba al piso inferior.




Lauryn segu�a sinti�ndose atrapada. Entonces mir� al ordenador. Deb�a tener acceso a internet. Sac� del bolso el DVD que hab�a cogido previamente.


-M�telo en el lector. Vamos a hacer p�blica toda esta mierda.


Lacroix obedeci� mientras sonre�a.


-Es un poco grande para enviarlo por correo, �sabes?


Lauryn hizo una mueca de sonrisa en respuesta.


-Tengo un servidor FTP para subir estas cosas.


Oblig� al reh�n a abrir la direcci�n del servidor, pero se asegur� de ingresar ella la clave. No quer�a que pudiesen borrar nada despu�s. Aunque la subida iba para muy largo, no perdi� tiempo en enviar el enlace por correo electr�nico. Decidi� fiarse de su amiga. Al no saber de qui�n fiarse, escogi� al polic�a de asuntos internos que Rebecca le hab�a recomendado. A�n as�, le sobraba much�simo tiempo.


-�Qu� est� pasando aqu�?- acab� por preguntar. -�Qu� clase de loco se masturba con un v�deo del asesinato de su propia hija?


Lacroix ya sonre�a menos. Dudaba si responder, pero un segundo culatazo, adem�s de enojarle, le hizo sentir m�s comunicativo.


-No tienes ni idea de d�nde te has metido.


Lauryn golpe� por tercera vez. En general, hab�a escuchado esa frase tantas veces que hab�a aprendido a odiarla. Por supuesto, no golpeaba a la gente as� como as�. En este caso le bastaba con recordar el v�deo de la violaci�n, tortura, y asesinato, de las tres muchachas.


-�Muy bien puta! - sacudi� la cabeza. - Te lo contar�, pero vas a morir por esto.


La historia se movi� entre lo surrealista, lo despreciable, y lo asqueroso. Lacroix le habl� de un club, uno con casi dos siglos de antig�edad. Debieron empezar como un grupo de arist�cratas aburridos. Un d�a decidieron reunirse y experimentar con el �ltimo tab�, asesinar. Ten�an poder para esconderlo. Con el tiempo fueron evolucionando. Ahora ya no se reun�an, al menos normalmente. Hab�a varias ramas del "club" por todo el planeta. Lacroix dirig�a la de la ciudad.


Cada miembro deb�a escoger una v�ctima al a�o. Normalmente no se guiaban por intereses profesionales. No iban eliminando rivales sin m�s. Tan solo se guiaban por sus gustos personales. La camarera que les atend�a todas las ma�anas, la azafata del �ltimo vuelo, la novia de sus hijos, la hija del vecino, la doctora del �ltimo hospital que hab�an visitado. Una vez cada miembro hab�a escogido la v�ctima del a�o, movilizaban un equipo de mercenarios. El director de cada ciudad ten�a v�a libre para elegirlos y reclutarlos. Adem�s de indicaciones sobre la �ltima v�ctima, en ocasiones daban instrucciones sobre el m�todo de asesinato. Despu�s hab�a que ocultarlo. Lacroix hab�a comprado uno de los jefes de polic�a de la ciudad. Dejaban las v�ctimas en su distrito cuando no pod�an hacerlas desaparecer. Los casos se cerraban con falsos culpables o simplemente se dejaban sin resolver. Por �ltimo, los v�deos de cada ciudad eran enviados al club. Cada director regional se encargaba de repartirlos entre los miembros locales. Y los miembros, seg�n Lacroix, eran gente muy poderosa. No se daban a conocer a simples s�dicos o psic�patas. Por supuesto, Lacroix solo conoc�a los datos de socios locales. Adem�s del intercambio de v�deos, se hac�an favores entre s�, acaparando m�s poder cada vez.




Lauryn no sab�a si vomitar o, por primera vez en su vida, pegarle un tiro a ese cerdo. Hablaba de asesinar como si fuese un simple juego sexual. Como si fuesen actrices porno que luego regresaban a casa con la cartera llena.


-�C�mo te atreves? - La realidad del asunto la golpe� de golpe a�n con m�s fuerza. -Tu propia hija y sus amigas. �Ordenaste que violasen a tu propia hija!


Hab�a visto de primera mano la miseria del mundo. Trata de blancas, asesinos en serie, dictadores psic�ticos. Ni siquiera pod�a empezar a compararse.


-Mi hija. No lo entiendes. No sabes lo que ha sido verla crecer. Escoger modelitos cada vez m�s ajustados. Llevar bikinis que apenas le cubren las tetas. Ella era preciosa, c�mo su madre cuando orden� matarla. �D�nde iba a encontrar una v�ctima mejor? Y sus dos amigas, pr�cticamente hab�an crecido juntas. Las tres provoc�ndome d�a a d�a, como si yo no pudiese verlas. No hab�a elecci�n mejor.


Lauryn ya no sab�a si estaba mirando un hombre, o un monstruo salido de relatos de terror.


-Por supuesto me interesa mantener mi legado. Kate se esforzaba. Era agradable, buena con todo el mundo, pero nunca destacar�a en nada aparte de su aspecto. Brenda es cuanto necesitaba. Una digna heredera. Ahora, gracias a ti, habr� que empezar de nuevo. Por suerte ten�a planeado casarme con mi secretaria en Verano.


Lauryn pens� en las implicaciones de esas palabras. Brenda hab�a investigado por su culpa. �Iban a quitarla de en medio? Ten�a que avisarla


-�Levanta!


Le usar�a de reh�n para salir de all�. Un sicario no suele dejar que muera quien le paga.




A pesar de los esfuerzos por soltarse, Rebecca hab�a acabado completamente desnuda. Primero la hab�an sujetado boca abajo en el suelo. Le hab�an abierto los brazos en cruz y los hab�an atado a un hierro, forz�ndola a mantenerlos extendidos. Hab�an enganchado el hierro al techo mediante un par de ganchos. Estaba solo un poco demasiado alta para llegar al suelo con la punta de los dedos de los pies, pero ya no pod�a estirar las piernas. La hab�an obligado a doblaras y abrirlas, dejando su sexo expuesto. Luego hab�an atado las corvas al hierro, m�s o menos a la altura de los codos. No ten�a forma de cerrar las piernas para cubrirse. Tan solo pod�a agitarlas de rodilla hacia abajo.


Estaba rodeada de c�maras que los matones iban encendiendo. Ella no pod�a hacer nada a parte de insultar y amenazar. Algunas l�grimas se escapaban de sus ojos, pero en general segu�a pareciendo aguerrida, incluso desafiante.


En el otro extremo de la habitaci�n hab�a una chica joven atada a una silla. Estaba desnuda excepto por las medias y los zapatos. No respiraba. El cuerpo estaba retorcido de forma antinatural. Fue en ese instante cuando Rebecca supo que iba a morir all�. Se asust�. No quer�a morir. No encontr� simpat�a alguna en los rostros de aquellos hombres. Ellos quer�an verla gritar, temblar de miedo, suplicar. Pues quiz�s fuesen a hacerla gritar, y desde luego no iba a poder evitar temblar de miedo, pero no escuchar�an una sola s�plica de sus labios. Estaba all�, colgada, mostrando sus grandes senos, firmes y redondos, de pezones color carne, no demasiado grandes en proporci�n al tama�o de los pechos.




El l�der se acerc� a ella. Recibi� muchos insultos y un escupitajo, pero le dio igual.


-�Qu� tenemos aqu�?


Comenz� a acariciar con delicadeza la vagina de su futura v�ctima. La masturb� lentamente hasta conseguir lubricarla. Desde luego no la hab�a excitado, y tampoco lo pretend�a. Tan solo se trataba de una reacci�n natural al est�mulo.


-Rubia natural - dijo al acariciar la peque�a mata de pelo rubio, rizado que Rebecca ten�a en el monte de Venus. - Me encantan las mujeres naturales, como t�, pero un poco de depilaci�n no te har�a ning�n da�o. O quiz�s s�.


Agarr� el pelo y tir� hasta arrancar parte. Rebecca reaccion� gritando mientras miraba hacia el techo. Luego se llev� un par de patadas en el est�mago. No pod�a defenderse, solo aguantar all� como un saco de boxeo. El hombre no sigui� golpeando m�s.


-�Entiendes que vamos a turnarnos viol�ndote y luego vamos a matarte?


Rebecca no respondi�. Primero cerr� los ojos. Luego los abri�, mostrando as� las preciosas iris azules, ahora envueltas en algunas l�grimas.


-�Que os jodan!


No hubieron m�s golpes. El l�der se limit� a quitarse los pantalones, y masturbarse hasta tener una nueva erecci�n. Las pastillitas que hab�an tomado para el encargo anterior ayudaban bastante. Agarr� a Rebecca por las piernas, para levantarla un poco, y luego la dej� caer sobre su miembro. La penetr� de golpe.


La detective apret� los dientes para no gritar. Intent� morder el cuello o el hombro del violador, pero este la agarr� por la mand�bula para inmovilizarla. Hab�a hecho esto antes. Con la otra estruj� uno de los grandes senos, arrancando nuevos gemidos de dolor. La penetraci�n era r�pida y vigorosa. El hombre no buscaba aguantar mucho, aunque estaba disfrutando. Le encantaba ver las sensuales curvas de Rebecca balancearse, especialmente el pecho libre botando arriba y abajo con cada nueva embestida. Le gustaba ver a su v�ctima aterrorizada y desafiante a la vez. Deb�a ser una de las mejores que recordaba. De este v�deo pedir�a una copia, seguro. Solt� el pecho, permitiendo que ambos botasen a la vez. Us� la mano para agarrar la cabellera de la detective, forz�ndola a mirarle a �l mientras se corr�a dentro. Espero a que el pene quedase fl�cido antes de sacarlo.


-Espero que no fuese uno de esos d�as. - Brome� al alejarse. - Aunque va a dar igual. Los cad�veres no tienen hijos.




Rebecca se estremeci�. Estuvo apunto de derrumbarse en aquel mismo instante. No lo permiti�. Las l�grimas segu�an brotando, cada vez con m�s fuerza, pero ella mir� con desprecio y odio al siguiente agresor. El n�mero dos habr�a querido forzarla al sexo oral, pero no se atrevi� a meter el miembro en aquella boca. A�n as�, mediante un juego de palancas y poleas, la hizo descender hasta que los pechos quedaron justo a la altura de su falo. No era la postura m�s c�moda del mundo, pero por meter la polla entre aquellos magn�ficos mont�culos de carne, merec�a la pena. Movi� las caderas delante y atr�s, foll�ndole las tetas, mientras las apretaba con ambas manos. Rebecca gir� la cara para no verse obligada a mirar. Al hacerlo vio que el tercero, seguramente impaciente por llegar a su turno, hab�a desatado el cad�ver de la otra chica, lo hab�a tirado boca abajo a un colch�n en el suelo, y la penetraba salvajemente por detr�s. La detective casi vomit� al ver el rostro sin vida agitarse adelante y atr�s. Por un momento olvid� que ella tambi�n estaba siendo violada. Su propio asaltante acab� eyaculando. No dej� de bombear hasta haberlo expulsado todo. La mayor�a del Semen acab� en el pecho y el cuello. Aunque un poco lleg� a la mejilla izquierda.




El �ltimo, m�s temerario, intent� que Rebecca se la chupara. Primero le apoy� el pene en la mejilla, tratando de llegar hasta la boca. Cuando la detective no encontr� forma de apartarse, lanz� una dentellada que apunto estuvo de tener �xito. El hombre simplemente se encogi� de hombros. Lo hab�a intentado. Volvi� a usar el juego de poleas para ponerla de nuevo a la altura correcta para penetrarla vaginalmente. No fue m�s suave que su jefe. Igual� la potencia, a�adiendo adem�s pellizcos a los pezones. Nada que dejase marcas. Quer�a o�rla gritar, lo consigui�. La mayor�a maldiciones, el resto insultos.




Cuando el tercero acab�, todos sab�an que no iban a conseguir quebrarla. No en una noche. Claro que no estaban all� para convertirla en una esclava o una furcia. El l�der se acerc� a la mesa de herramientas. Cogi� un bistur�. Se acerc� a Rebecca, acariciando la piel con la cuchilla. No llego a hacer ning�n corte. Otro de los sicarios le inyectaba estimulantes directamente en el cuello. No quer�an que se desmayase.


-Ahora es cuando vas a morir. Va a ser doloroso, �sabes?


Ella no respondi�. Permaneci� mirando el bistur� con los ojos abiertos como platos. Sigui�ndolo con la mirada cuando bajaba a trav�s del torso.


-Esto no va a ser del agrado de todos nuestros clientes. Algunos son un poco remilgados en cuanto a ver sangre o v�sceras.


La detective se agit�. Intent� romper las ataduras, alejarse como fuese. Lo cierto es que estaba indefensa como jam�s imagin� poder estarlo.


-Pero recuerda, te lo has buscado t� sola.


Sin m�s hizo un corte justo desde abajo del estern�n a la cadera. Man� sangre de inmediato. Rebecca abri� los ojos y grit� como un animal herido. El corte hab�a atravesado piel y m�sculos. Hab�a roto suficientes vasos sangu�neos para ser mortal, pero tardar�a en ocurrir. El l�quido vital escurr�a por el abdomen hasta gotear desde toda la parte frontal de la cadera. Entre las piernas se deslizaba, rodeando la vagina. El dolor le parec�a atroz. A�n no hab�a terminado.


Tras darle el bistur� a uno de los otros, el l�der tir� con las manos de ambos lados del corte. Se escuch� algo similar a la tela rasg�ndose, y despu�s los gritos ya casi inhumanos de Rebecca.


-�Nooo!, �Para!, �Paaaaraaa! �Diooos noooooo!


La incisi�n se hizo m�s amplia. El hombre se llen� la cara de sangre que le salpicaba con fuerza. Separ� la cabeza un poco. Volvi� a meter las manos para agarrar las v�sceras. Tir� de ellas mientras La joven gritaba sonidos ya completamente ininteligibles. No las esparci� por el suelo. Las dej� asomando en la herida.


Rebecca, aunque sin dejar de sufrir en ning�n momento, not� un leve instante de respiro. El l�der se estaba moviendo a su espalda. Ella se atrevi� a mirar la herida por primera vez. Hab�a visto algunas espantosas antes. Nunca en su propio cuerpo. Le quedaba poca cordura por perder. Sinti� su ano abri�ndose ante una nueva penetraci�n. Normalmente habr�a gritado ante algo as�. Solo una vez hab�a probado el sexo anal, y lo detestaba. En aquel momento, el dolor fue peque�o en comparaci�n a lo dem�s, o eso pensaba. Cuando empezaron las embestidas, las tripas comenzaron a desparramarse. Los intestinos quedaron pronto colgando de la herida. Abr�a y cerraba los pu�os. Apretaba con los dedos de los pies. De haber tenido la capacidad de formar palabras comprensibles, habr�a pedido que la matasen. No tuvo tanta suerte. Esta vez todos se turnaron para sodomizarla. Les dio igual que fuese perdiendo color, o que sus reacciones fuesen cada vez menos en�rgicas. Rebecca muri� en alg�n momento mientras la violaba el cuarto sicario, lo cual no le impidi� acabar la faena.


La dejaron all�, colgada, con las tripas colgando del torso, los ojos congelados en una mirada de terror.


Cre�an haber acabado por una noche, pero recibieron otro mensaje. A�n quedaba el �ltimo encargo que, cosa realmente extra�a, iban a traerles. La hija mayor de Lacroix. El l�der sonri�, parec�a ir a tener suficientes rubias para un mes.


Review This Story || Author: sman2000
Previous Chapter Back to Content & Review of this story Next Chapter Display the whole story in new window (text only) Previous Story Back to List of Newest Stories Next Story Back to BDSM Library Home